DEJO DE CREER!
Busco principalmente
tocar los corazones de todos los lectores, así, con los hechos pasados, los
triunfos, las derrotas, las bienaventuranzas y las tragedias se busque
conciencia y se reflexione sobre cuál es el camino que se debe seguir en el
arduo trabajo de volver a creer. Invoco a la juventud como garante del éxito en
el país a recapacitar y sembrar credibilidad en las nuevas generaciones, que las
ilusiones de una prosperidad se vivan y que los oprobios que han tocado los
sueños del país sean simplemente “un mal recuerdo”.
Quiero para mi palabra
la más suave y persuasiva unción que haya tenido jamás, anhelo abrir la brecha
de la esperanza de un nuevo porvenir, destacando las ideas que algún día fueron
el epicentro de los sueños de los Colombianos y buscando el olvido en lo
absurdo de nuestra historia, sin ser catalogado simpatizante de ideologías
políticas de ninguna índole, ni de izquierda, derecha o centro, no busco ser
catalogado “comunista” u “oligarca”, mucho menos conformista, pero no soy
partidario de la imparcialidad en el tema que hoy nos atañe, soy parcial en el
mismo momento en que me inclino a dejar atrás el sentimiento de incredulidad,
desolación, conformismo, al instante de creer que todo está hecho y que nada se
puede arreglar, que la política esta consumida por la corrupción y que nunca se
podrá redireccionar hacia el éxito, esto que llamamos “COLOMBIA”.
El país se ha visto en
medio de intereses políticos, económicos y sociales de una elite que no ha
permitido que la nación se desarrolle, se han suscitado problemas de toda
índole que han puesto freno al progreso de Colombia, situaciones que desde
antaño han obligado a la ciudadanía a buscar un cambio, una salida, una
esperanza, y la forma ha sido siempre la participación en el gobierno, la
incesable búsqueda de ser escuchado, la única forma en que las palabras de una
población toman fuerza apabullante y vinculante y se vuelven más que un
discurso una verdad.
Recuerdos de
desesperanza se tienen en la memoria colectiva del país, hechos inaceptables
que han marcado la historia de Colombia, situaciones que se asemejan a las
peores tragedias que se ha vivido en el mundo entero, experiencias que han sido
la chispa que ha encendido revoluciones que al final de cuentas hoy aumentan el
ánimo de “dejar de creer”. Podríamos citar infinidad de injusticias,
magnicidios, genocidios perpetrados por personas que no quieren ceder su
dominio, pero que tampoco buscan un buen vivir. La masacre de las bananeras en
Ciénaga a manos de la fuerza pública, cual viva repetición de la historia
vivida en el denominado domingo sangriento, originario de la revolución
bolchevique. El asesinato de grandes caudillos, Jorge Eliecer Gaitán, Luis
Carlos Galán, Jaime Garzón han roto las ganas de creer del pueblo colombiano.
Con balas se ha
silenciado la voz de quienes dicen “NO” a seguir callando ante el mal gobierno,
con corrupción se ha apuñalado los anhelos de estudio de los niños colombianos,
la salud de los trabajadores, la seguridad de un país y el futuro de la
juventud. Es injuzgable la posición de aquellos que ya no hallan el porqué
pensar que algo puede cambiar, ya que Colombia ha visto en su pasado las grandes
perversidades de un país mal gobernado, mal manejado y en el que la democracia
es un disfraz para ocultar los grandes males. Alfred Emanuel Smith afirmaba
“todos los males de la democracia pueden curarse con mas democracia”. Ahora
bien ¿hay democracia en Colombia? ¿Es democracia ser libre para sufragar y no
tener una vivienda digna, oportunidades de estudio, ansias de verdad, justicia
y reparación?
Es redundante recordar
los infinitos hechos que han acaecido en el país y al hacerlo se desviaría el
objetivo principal de este articulo, en realidad busco hacer ver que en los
grandes sueños nacen las mejores conquistas, de una voz contraria surge la
esperanza de millones. Martín Luther King decía “Si ayudo a una sola persona a
tener esperanza, no habré vivido en vano” Hoy retomo sus palabras e insto a que
cada uno lo haga lo mismo. El discurso no es “abajo el imperialismo”, “gobierno
opresor” o “fuera oligarcas”, esas solo son palabras sin sentido, vacias, en mi
concepto si debe haber una revolución, una revolución intelectual, una lucha
constante de sembrar ideas y hacerlas realidad, de actos éticos que demuestren
fe en lo bueno, de situaciones que revivan las esperanzas, de obras que
permitan vivir.
Es verdad que en el país existe corrupción, ilegalidad, desigualdad, desempleo, falta de oportunidades, injusticias pero si Hiroshima se recupero de una bomba atómica Colombia puede liberarse de las personas con mal actuar, únicamente hay que creer en el cambio, para quitarle el queso a los ratones. No sé cuando “Colombia dejo de creer” pero hoy vuelve a soñar, desde lo más profundo de nuestras almas debe resurgir la esperanza, como el ave fénix Colombia puede salir de las cenizas, si cambiamos el gobierno eligiendo de la mejor forma, se puede esperar buena educación, buena salud, mas empleo más oportunidades, si cambiamos en nuestra mente la incredulidad algún día la burocracia, el nepotismo, la corrupción, el conflicto armado, únicamente serán un mal recuerdo y con orgullo ojala un día se pueda oír que en las malas actuaciones “Colombia dejo de creer” ya que cambio la idea necia de un “nada se puede hacer” con “el futuro está en nuestras manos”.
Luis Gabriel Rodríguez de la Rosa
Universidad San Buenaventura de Cali
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