Tedio político es lo que todos aquellos capaces de comprender la situación en la que se encuentra Colombia sienten, los desesperados ante la ignominia que nos causan los "dignos" que ostentan el poder, los mismos que creen que sus cargos son creados para beneficio propio mientras colombia se desangra y y se derrumba en un barranco hacia un abismo sin fondo, pero que en la caida acaricia las consecuencias.





miércoles, 29 de agosto de 2012

TUMACO Y BUENAVENTURA, DOS VIEJOS Y EL MAR

"DOS GRANDES Y SU OCASO"
 

Aquellos quienes en algún momento de la vida han tenido la oportunidad de conocer por lo menos uno de estos dos municipios, y en su intelectualidad o falso orgullo de civilización se dieron cuenta que son sitios para no volver, observaron  la pobreza a viva piel de sus habitantes, Tumaco con sus casas de madera y su olor a suciedad da cuenta del abandono en el que se mueve, Buenaventura con un poco mas de cemento en sus entrañas no pierde la esencia de su destino "miseria", y no lo digo en sentido discriminatorio, sino por el contrario tratando de abrir el entendimiento de aquellos que -como todos en Colombia- saben lo que está pasando, ¡pero les importa un carajo!
 

La población que habita en esos municipios ha sido victima de la descentralización administrativa, con su aliciente característico "corrupción", les ha tocado vivir bajo las promesas infames de cambio, de un desarrollo o por lo menos un avance, Tumaco viene esperando la construcción de un acueducto hace años y en pleno siglo XXI su agua llega por motobombas, ¿cuál sería el comentario de un tumaqueño si la profecía de los mayas se cumpliera? No sería otro distinto a decir ¡negra se acabó el mundo y no hicieron el acueducto! Y si fuera tan solo eso, todavía falta el toque característico colombiano "la violencia" para rematar; es totalmente acertado un titular de la revista semana publicado el 24 de agosto de 2012 "la maldición de Tumaco".
 
Indudablemente es un sitio para no volver, ¿quien en su sano juicio quisiera estar en Tumaco? las bombas vuelan estaciones de policía, torres eléctricas, los sicarios de las bandas criminales al servicio del narcotráfico están por todos lados, el 70% de la población está desempleada, existen campos minados, disputas territoriales por el control de los negocios ilícitos, Según una columna del periódico el tiempo la tasa de homicidios en Colombia es de 33 por cada 100.000 habitantes, y en Tumaco es de 168. Es decir, el riesgo de morir asesinado en este puerto es cinco veces mayor que el promedio nacional, en fin, pareciera que mejor sería vivir en Buenaventura%85
 

Buenaventura ostenta el honor de ser uno de los puertos marítimos mas importantes del país, empero la situación de ese municipio no es muy distinta a  Tumaco, primero vive con los mismos problemas anteriormente mencionados, abandono estatal, estancamiento, niveles de desarrollo lamentables, mala educación, salud, no tienen saneamiento básico, mejor dicho,  es preferible vivir en Colombia... Buenaventura está en la mira de todos y gracias a la aprobación del TLC, tiene que mejorar su infraestructura portuaria, tiene que construir la doble calzada en sus carreteras, tiene que combatir la minería ilegal, en conclusión tiene que hacer todo ¡YA! porque al gobierno colombiano le gustan las cosas ipso facto.
 
Los dos puertos ya tienen identificados los problemas y sus causas, ahora si veamos las soluciones: para Tumaco se debe enviar mas fuerza pública, porque según palabras del presidente Santos "No se puede ceder, ante la ilegalidad", hoy están buscando acercamientos de paz, pero sin demostrar debilidad, y para Buenaventura  exhortación por parte del gobierno nacional para el mejoramiento, o en otras palabras "progresen pero sin plata", ahí se ve las proezas del sistema general de participaciones o mejor de quienes se encargan de repartir el dinero.

Las cosas vienen mal desde hace mucho tiempo, y ni siquiera los medios de comunicación que son los llamados a seguir este tipo de procesos actúan, solo rechinan cuando hay circunstancias coyunturales, pero como la violencia es un problema estructural no les asombra...
 
Al parecer hay cosas mas importantes en la agenda nacional, desde la aprobación de la reelección, todas las actividades de los presidentes van encaminadas a conservar espacios en sus coaliciones para asegurar su segundo mandato, por lo menos eso ha pasado con Uribe y ahora con Santos, la guerra va mal, cualquier medio entendido puede concluir que el conflicto ya no se puede combatir con la "seguridad democrática" o ahora con la "prosperidad democrática", ni con cualquier otra palabra que acompañe a los "democráticos", porque ya a todos los que creemos saber que pasa en el país, esa palabrita nos causa espinas, porque sabemos que son disfraces para esconder planes de desarrollo guerreristas, vagos y nada eficaces.
 
Lo que se necesita es inversión social,  dinero para poder hacer las cosas, control a la corrupción, pero un control real, se necesita mirar de nuevo la situación y replantear, Tumaco y Buenaventura parecen ser destinados a morir de la peor manera, con guerra, pobreza, sangre ¿y por qué?, por estar a lado del mar y ser la cuna perfecta para los negocios ilícitos, cito una frase de Margarita Londoño, ¡Ay Buenaventura, tan cerca del mar y tan lejos de Bogotá!, haciendo analogía con Tumaco por supuesto, tan cerca del mar y tan lejos de la vida, una vida digna.
 
El cambio nace en nosotros y en dejar la indiferencia, las noticias nacionales nos han acostumbrado a la idea que de todo Colombia se está matando y todo se ha vuelto tan normal que parece una película de ficción, y mas importancia generan los realities show que Tumaco haya estado sin luz tres semanas, o que el defensor del pueblo Jorge Armando Otalora haya solicitado declarar una emergencia humanitaria en el puerto sobre el Pacífico colombiano, al indicar que las autoridades están en mora de adoptar medidas contundentes para frenar el maltrato de los grupos armados ilegales a la comunidad.  Que triste es ver la negligencia del Estado y ver morir a dos grandes en su ocaso.   


Luis Gabriel Rodríguez de la Rosa
Director Periódico Estudiantil Aletheia
Universidad de San Buenaventura de Cali



     
EL TLC
¿UNA OPORTUNIDAD O UN FUNERAL PARA COLOMBIA?

Desde el año 2000 el ex presidente Andrés Pastrana le pidió a los Estados Unidos de América incluir a Colombia en un acuerdo de libre comercio, a partir de ese momento empezó la carrera por lograr la firma de un tratado entre los dos países. Colombia desde la apertura económica que inicio el ex presidente Cesar Gaviria viene ejerciendo esa política mercantil, que si bien tiene beneficios para el país como competitividad, aumento en exportaciones e inversión extranjera, también trae desventajas y por lo que se prevé muy desfavorables para Colombia.

La firma del tratado ya es un hecho, después de una insistencia continua por parte del presidente Juan Manuel Santos en su afán de continuar con la política antes mencionada y con el fin de aportar su granito de arena en el libre comercio del país, logró su objetivo y las propuestas mencionadas en su campaña política  se están cumpliendo, eso no quiere decir que sea lo mejor para el país, mas sin embargo los aproximadamente 9 millones de Colombianos que lo eligieron se deben sentir orgullosos porque su elección está dando resultados.

Qué va a pasar ahora con Colombia es el gran interrogante, como es bien sabido el país no está preparado para afrontar el famoso tratado, la economía del país está en un crecimiento demasiado lento y las cifras muestran avances, aunque en el interior del país se puede observar que las cosas no mejoran, para el año 2011 la economía va creciendo en un 5% y se calcula que se mantendrá así hasta el final del año, pero eso no quiere decir que el país esté bien económicamente, la cifra únicamente muestra que se está intentando avanzar en mejoramiento mas no que se haya logrado.

La política del actual gobierno habla de locomotoras que mueven al país como la minería y la construcción, sin duda lo pueden ser, pero el fuerte del país debe ser la agricultura, ya que ahí está el trabajo de los campesinos, la gente que debería mover un país como el nuestro. Si en algún momento Colombia puede entrar a competir a nivel mundial debe ser en el agro, sin embargo es el sector más abandonado por parte del Estado, sin contar que la ola invernal dejo 800.000 hectáreas inundadas. ¿Con que se va a competir?, ya aprobado el TLC existen sectores que celebran airadamente y afirman que es una oportunidad de cambio para el país, que Colombia abrirá sus mercados en Estados Unidos y aprovechara la demanda allá dada o que se podrá vender los productos Colombianos de calidad en el extranjero, algunos más realistas dicen que es una oportunidad para ser mucho más “eficientes”, una oportunidad para mejorar en tecnología e infraestructura.

Ahí está el problema, Colombia es un país que tiene demasiadas dificultades a nivel interno, la economía está estancada o con mejoras poco significativas, si existe crecimiento en algunos sectores económicos en otros se mira el desmejoramiento. Los sectores que celebran hoy la firma del tratado son las grandes industrias, bien posicionadas a las que sin duda el beneficio aumentara sus arcas, pero donde quedan los sectores lácteos, arroceros, avicultores. El gobierno admite que son los sectores que se afectaran y prometen tomar medidas necesarias para fortalecerlos. empero en 11 años el gobierno se preocupo por la firma del tratado y dejo atrás la llamada “agenda interna” que era una lista de tareas para hacer que el sector público y privado se volvieran más competitivos, ¿ahora la retomará?, después de firmado el tratado buscará hacer el país más competitivo, en mi concepto se hicieron las cosas al revés.

La conclusión es simple, el tratado favorece a los grandes empresarios que pueden competir con las industrias norteamericanas, se levanto la protección que ejercían los aranceles para con los productos del país, los que pueden exportar pagando menos son los que celebran la firma del tratado hoy por hoy y los que no son competitivos aparte de no poder exportar tendrán que buscar competir con empresas extranjeras que les llevan una ventaja muy significativa. El sector agrícola es el más perjudicado no se puede mantener y busca recuperarse del invierno, como es posible que pueda competir. Los puertos marítimos, la infraestructura, las vías del país no son las adecuadas para lo que se viene. El gobierno habla de mejoramiento en este sentido, pero del dicho al hecho..., así las cosas ¿el TLC es una oportunidad o un funeral para el país?.

Luis Gabriel Rodriguez de la Rosa
Facultad de Derecho
Universidad San Buenaventura de Cali

LA LEGALIZACION DE LA DROGA
DEPENDE DEL DESARROLLO ECONOMICO, POLITICO Y SOCIAL DE NUESTRO PAIS


La legalización de la droga en Colombia es un tema engorroso que viene siendo discutido desde hace mucho tiempo, debido a que el narcotráfico es un cáncer social que azota al país aproximadamente desde los años 40, además de ser un problema progresivo dadas sus extraordinarias utilidades. Por ser Colombia el mayor productor de cocaína a nivel mundial y siendo la distribución de este estupefaciente el negocio ilícito más rentable del mundo también esconde bajo sus ponzoñosas garras la perversión humana desembocada en el crimen organizado, la corrupción, el paramilitarismo y las guerrillas (en su búsqueda incesante de desestabilizar las instituciones del Estado), pero sin duda alguna la mayor consecuencia de este flagelo es la descomposición social de que vive todo el país.

Colombia se convirtió en el mayor productor del mundo, pero como un boomerang el problema regreso y la población colombiana se volvió altamente consumidora, afectando principalmente a la niñez y la juventud. Aquí parte el problema, ya que el Estado colombiano ha encaminado todas sus esperanzas en acabar con el narcotráfico, poniendo en marcha su poder coactivo en la lucha con los carteles que manejan la droga en Colombia y dejando en segundo plano el desarrollo de los principios fundamentales del país.  

Martin Luther King decía “Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual.” que en resumidas cuentas es lo que pasa en Colombia, nos estamos muriendo lentamente bajo ilusiones de prosperidad pero con una realidad indiscutible, la guerra. En este sentido la legalización de la droga, no tiene fundamentos, es claramente visible que el Estado ha descuidado lo realmente importante, la vida, la educación, la salud, la paz y sin estas bases como se podría hablar de una posible “legalización” sin duda alguna lo principal es lo fundamental y legalizar es una solución facilista, dado que si el país se desenvuelve en la inestabilidad educativa, si no existen oportunidades laborales reales y si la pobreza asciende a mas del 60%, quien estaría en la plena capacidad para discernir sobre los pro y los contra de la droga en su vida. 

Son entendibles las ansias del poder político de buscar soluciones a tan infame negocio, con una salida fácil, “la legalización” ¿pero hasta qué punto es equilibrado? Si bien es verdad que se les cortaría las alas a los delincuentes, cual es el precio que pagaría la sociedad colombiana en un Estado en el cual los niños no se educan, viven bajo la sombra de la guerra, el trabajo forzado, el desplazamiento, la violencia intrafamiliar, el abuso sexual etc. La juventud esta cegada por los placeres de la droga, el alcohol, el libertinaje y el descontrol, como vía de escape a la falta de oportunidades y los obstáculos que pone el mismo gobierno para no permitirles estudiar, trabajar y en resumidas cuentas progresar.  

La legalización de la droga no obedece a una aceptación mundial, depende de un desarrollo económico, social y político justo, en donde las oportunidades sean equilibradas en todos los sectores sociales, no olvidemos que Colombia está dentro de los cinco países más desiguales del mundo según el coeficiente de GINI. Se deben combatir los problemas sociales para acabar con el conflicto armado y el narcotráfico en Colombia, si existieran oportunidades de desarrollo personal en el país la violencia poco a poco iría cesando. El Estado debe encaminar riendas y garantizar la educación, la libertad, el trabajo justo, la vida, la vivienda, la salud y la Paz, solo así una sociedad civilizada puede empezar a combatir flagelos como el narcotráfico. De lo contrario seguiríamos el mismo camino que llevamos hasta el momento, la guerra desemboca mas guerra, y está en Colombia se financia con la droga para los delincuentes y con los recursos públicos para el Estado, siendo así la única afectada la población Colombiana, al ver que los dineros que deberían ir para el desarrollo se van para una guerra que nadie quiere pero que en últimas acepta.

Luis Gabriel Rodríguez de la Rosa
Estudiante de Derecho
Universidad San Buenaventura de Cali

sábado, 25 de agosto de 2012

!EL DIA EN QUE COLOMBIA
DEJO DE CREER!
 
Busco principalmente tocar los corazones de todos los lectores, así, con los hechos pasados, los triunfos, las derrotas, las bienaventuranzas y las tragedias se busque conciencia y se reflexione sobre cuál es el camino que se debe seguir en el arduo trabajo de volver a creer. Invoco a la juventud como garante del éxito en el país a recapacitar y sembrar credibilidad en las nuevas generaciones, que las ilusiones de una prosperidad se vivan y que los oprobios que han tocado los sueños del país sean simplemente “un mal recuerdo”.
Quiero para mi palabra la más suave y persuasiva unción que haya tenido jamás, anhelo abrir la brecha de la esperanza de un nuevo porvenir, destacando las ideas que algún día fueron el epicentro de los sueños de los Colombianos y buscando el olvido en lo absurdo de nuestra historia, sin ser catalogado simpatizante de ideologías políticas de ninguna índole, ni de izquierda, derecha o centro, no busco ser catalogado “comunista” u “oligarca”, mucho menos conformista, pero no soy partidario de la imparcialidad en el tema que hoy nos atañe, soy parcial en el mismo momento en que me inclino a dejar atrás el sentimiento de incredulidad, desolación, conformismo, al instante de creer que todo está hecho y que nada se puede arreglar, que la política esta consumida por la corrupción y que nunca se podrá redireccionar hacia el éxito, esto que llamamos “COLOMBIA”.
El país se ha visto en medio de intereses políticos, económicos y sociales de una elite que no ha permitido que la nación se desarrolle, se han suscitado problemas de toda índole que han puesto freno al progreso de Colombia, situaciones que desde antaño han obligado a la ciudadanía a buscar un cambio, una salida, una esperanza, y la forma ha sido siempre la participación en el gobierno, la incesable búsqueda de ser escuchado, la única forma en que las palabras de una población toman fuerza apabullante y vinculante y se vuelven más que un discurso una verdad.
Recuerdos de desesperanza se tienen en la memoria colectiva del país, hechos inaceptables que han marcado la historia de Colombia, situaciones que se asemejan a las peores tragedias que se ha vivido en el mundo entero, experiencias que han sido la chispa que ha encendido revoluciones que al final de cuentas hoy aumentan el ánimo de “dejar de creer”. Podríamos citar infinidad de injusticias, magnicidios, genocidios perpetrados por personas que no quieren ceder su dominio, pero que tampoco buscan un buen vivir. La masacre de las bananeras en Ciénaga a manos de la fuerza pública, cual viva repetición de la historia vivida en el denominado domingo sangriento, originario de la revolución bolchevique. El asesinato de grandes caudillos, Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán, Jaime Garzón han roto las ganas de creer del pueblo colombiano.
Con balas se ha silenciado la voz de quienes dicen “NO” a seguir callando ante el mal gobierno, con corrupción se ha apuñalado los anhelos de estudio de los niños colombianos, la salud de los trabajadores, la seguridad de un país y el futuro de la juventud. Es injuzgable la posición de aquellos que ya no hallan el porqué pensar que algo puede cambiar, ya que Colombia ha visto en su pasado las grandes perversidades de un país mal gobernado, mal manejado y en el que la democracia es un disfraz para ocultar los grandes males. Alfred Emanuel Smith afirmaba “todos los males de la democracia pueden curarse con mas democracia”. Ahora bien ¿hay democracia en Colombia? ¿Es democracia ser libre para sufragar y no tener una vivienda digna, oportunidades de estudio, ansias de verdad, justicia y reparación?
 
Es redundante recordar los infinitos hechos que han acaecido en el país y al hacerlo se desviaría el objetivo principal de este articulo, en realidad busco hacer ver que en los grandes sueños nacen las mejores conquistas, de una voz contraria surge la esperanza de millones. Martín Luther King decía “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano” Hoy retomo sus palabras e insto a que cada uno lo haga lo mismo. El discurso no es “abajo el imperialismo”, “gobierno opresor” o “fuera oligarcas”, esas solo son palabras sin sentido, vacias, en mi concepto si debe haber una revolución, una revolución intelectual, una lucha constante de sembrar ideas y hacerlas realidad, de actos éticos que demuestren fe en lo bueno, de situaciones que revivan las esperanzas, de obras que permitan vivir.

Es verdad que en el país existe corrupción, ilegalidad, desigualdad, desempleo, falta de oportunidades, injusticias pero si Hiroshima se recupero de una bomba atómica Colombia puede liberarse de las personas con mal actuar, únicamente hay que creer en el cambio, para quitarle el queso a los ratones. No sé cuando “Colombia dejo de creer” pero hoy vuelve a soñar, desde lo más profundo de nuestras almas debe resurgir la esperanza, como el ave fénix Colombia puede salir de las cenizas, si cambiamos el gobierno eligiendo de la mejor forma, se puede esperar buena educación, buena salud, mas empleo más oportunidades, si cambiamos en nuestra mente la incredulidad algún día la burocracia, el nepotismo, la corrupción, el conflicto armado, únicamente serán un mal recuerdo y con orgullo ojala un día se pueda oír que en las malas actuaciones “Colombia dejo de creer” ya que cambio la idea necia de un “nada se puede hacer” con “el futuro está en nuestras manos”.
 
Luis Gabriel Rodríguez de la Rosa
Universidad San Buenaventura de Cali